El 23 de noviembre de 2019 la policía militarizada asesinó al estudiante Dilan Cruz, asesinato que se multiplicó en el Estallido Social de 2021. Simultáneamente el brazo paramilitar del Estado perpetra un Genocidio continuado de líderes populares, matanzas con que intentan detener
la democratización del país.
La élite dominante aplica una tenaza contra quienes se le oponen, le da trato de guerra a la protesta social, al tiempo que persigue y extermina a los líderes sociales, ambientalistas y defensores de Derechos Humanos. El general estadounidense Stanley McChrystal, uno de los comandantes de la guerra de la Otan contra Afganistán, bautizó esta sangrienta e inútil tenaza como la Matemática Insurgente, pues calculó que por cada civil asesinado podían aparecer diez insurgentes nuevos, ‘porque cada uno de los que mataste tiene un hermano, un padre, un hijo y amigos’.
Ni las ejecuciones selectivas como las de Dilan Cruz, ni las masivas que en septiembre de 2020 realizaron las Fuerzas Armadas en Bogotá, lograron frenar los tres meses de Estallido Social en 2021, donde la juventud instaló un Mandato de Cambio que llenó de esperanza a la mayoría de la sociedad colombiana, a la vez que tendió un manto de pánico en la élite que se oponen a los cambios democráticos.
Propulsado por este clamor de cambio, en 2022 ganó la presidencia el gobierno actual, quien ha dicho que no perseguirá a los que buscan transformaciones del país y dialogará para hallarle soluciones a los problemas, por esta nueva política fue posible desarrollar la Mesa de Diálogos de Paz entre el gobierno nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en la que se firmó el Acuerdo de México, nuevo modelo de negociación dirigido a pactar transformaciones de paz, que creen condiciones para que la insurgencia deje de buscar los cambios por la fuerza y las clases dominantes dejen de oponerse a ellos por la fuerza.
En quince meses de gobierno de Gustavo Petro sus propuestas de cambio han recibido múltiples acciones de fuerza, con las que van impidiendo que cumpla las promesas que hizo; repulsa que también han descargado contra el Proceso de Paz con el ELN, acción reaccionaria que promueve el desencanto y la desesperanza, enfocadas a sembrar en el pueblo la idea que “todo tiempo pasado fue mejor”. Por fortuna la bandera de los cambios sigue en manos de la juventud, que traerá un mejor futuro para Colombia.
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