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Los privilegios de la élite dominante y la subordinación del país a los intereses imperialistas están atravesados impidiendo transformaciones socio económicas indispensables, para tener una Colombia más democrática, justa e incluyente.

Como en Argentina, en el país los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI), sostienen Gobiernos proimperialistas, pero esclavizan y hunden Gobiernos que buscan interpretar intereses populares. Ahora en Colombia el pago de Deuda Externa absorbe gran parte del Gasto Corriente, consumiendo recursos del erario que debían destinarse a pagar la Deuda Social. Otro componente del gasto estatal que es enorme, es el que usan para sostener la maquinaria de guerra, dirigida a perseguir y eliminar el Enemigo Interno, que a su vez es pieza fundamental del diseño de guerra imperialista para la región. Ambos gastos cumplen designios de Estados Unidos y hacer ruptura con ellos, implica realizar un pulso con tal potencia, que solo sería exitoso como resultado de la integración de esfuerzos de las naciones de América Latina y el Caribe.

La continuidad de la aplicación del dogma neoliberal en el país, es la que mantiene exenciones tributarias y políticas públicas a favor de los megarricos, mientras descarga el peso de los tributos en las capas medias y bajas de la sociedad; favorecimiento del capital parasitario, que contrasta con el escaso apoyo a la producción nacional. Tragedia que es consecuencia del capitalismo global, que enriquece sin límite a los megarricos, a la vez que exacerba el empobrecimiento, la exclusión y la desigualdad social.

En la búsqueda de salidas a la crisis nacional, está el aporte hecho por miles de representantes de diversos sectores y de todas las regiones del país, quienes invitados a participar en la construcción de la paz, elaboraron propuestas recogidas por la Mesa de diálogos entre el gobierno nacional y el ELN, nombradas como Acuerdo 28, donde se convoca a la sociedad para que debata y proponga cambios al régimen político, el modelo económico, la política ambiental, la cultura y la educación.

“Este Acuerdo es un avance y un paso importante hacia una alianza social y política, en dirección a un Gran Acuerdo Nacional, entendido como camino y ruta para sacar la violencia de la política en Colombia y solucionar los múltiples problemas que vive el país para transitar hacia la paz. Reiteramos que las transformaciones democratizadoras tienen como propósito superar el conflicto armado, resolviendo sus causas políticas, económicas y sociales”: Acuerdo 28.

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INSURRECCIÓN 962

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