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Los datos oficiales sobre la economía dicen que “va bien”, pero para los de arriba, lo que desemboca en fortaleza del modelo de democracia que sirve a la élite dominante, a costa de desconocer y hacer sufrir a la mayoría de la población colombiana.

En el capitalismo neoliberal no se aplica el concepto de economía, como la gestión racional de los bienes, para satisfacer las necesidades materiales de la sociedad, porque han puesto ‘patas arriba’ el concepto y desarrollan una economía nacional y global al servicio de la minoría privilegiada.

Otro concepto que aplican al revés, es el de democracia, que según lo aprendido por las civilizaciones humanas, consiste en el gobierno del pueblo a favor del pueblo; en cambio la democracia capitalista es el gobierno al servicio de los intereses de una minoría súper rica, por ejemplo, en Estados Unidos dicen que el pueblo trabajador eligió a Trump y este conforma el nuevo gobierno con los súper millonarios, ¿adivinen a favor de quién van a gobernar? En Colombia, el pueblo eligió al gobierno progresista, pero cada vez más, esto se les olvida y actúan más a favor de los grandes capitalistas que dirigen el viejo régimen.

La ruina del capitalismo como sistema, es que corrompe los conceptos de democracia y de economía, esencia que esconden detrás de escándalos de corrupción -comúnmente llamados ‘torcidos’-, como los de la Refinería de Cartagena (Reficar), Odebrecht, los Fondos de la paz, el Ministerio de las TIC, la Unidad Nacional de la Gestión del Riesgo y los Desastres (UNGRD), los Cupos Indicativos de los Congresistas (plata por votos), entre otros miles; tramas de corrupción que sin ser menores, acaparan la atención de la opinión, que es inducida a creer que es el “único” tipo de corrupción que existe, cuando la mayor corrupción que sufrimos es la del sistema capitalista, que retuerce los conceptos sobre democracia y economía.

Hace un par de semanas el filósofo italiano Franco Berardi, en un acto de indignación ante los desastres que sufre la humanidad, realizó esta disquisición sobre la democracia capitalista:

«El gobierno del pueblo basado en elecciones podría ser una buena idea si se verificaran dos condiciones: la primera es la libre formación de la opinión y de la voluntad. La segunda es la eficacia de la voluntad política para determinar las líneas de desarrollo de la economía y, por lo tanto, de la sociedad. Ninguna de las dos condiciones se ha verificado jamás en la historia del siglo XX.

La formación de la opinión es un producto de la maquinaria mediática, la cual depende cada vez más de las grandes agencias del capital financiero.

El poder económico siempre ha tenido la fuerza suficiente como para imponer sus intereses, utilizando las matemáticas financieras o, cuando eso no era suficiente, utilizando la fuerza armada».

Llegado a este punto, el filósofo recuerda cómo con la fuerza armada truncaron los intentos hechos en la presidencia de Salvador Allende (3-11-1970_11-09-1973) en Chile, para colocar la economía y la democracia al servicio del pueblo.

Las lecciones aprendidas recientemente en nuestro país, parten desde cómo el Estallido Social de 2021 se plantó con fuerza ante el viejo régimen para decirle ‘no más explotación’, Los Nadie ‘queremos una Colombia mejor para todos’; y cómo en 2022, ganó la presidencia el gobierno progresista, prometiendo asumir el Mandato del Estallido Social; ahora, al hacer balances sobre la mitad del gobierno progresista, concluimos que una protesta social exitosa hecha por fuera de las instituciones capitalistas, no puede tener una prolongación positiva para el pueblo, dentro de las instituciones capitalistas. Si no expresáramos esto, le estaríamos diciendo mentiras al pueblo.

Lección uno: avanzar hacia el poscapitalismo es buscar un modelo de sociedad, en la que se le otorgue el significado verdadero a los conceptos de democracia y de economía.

Lección dos: no se logra cambiar el sistema, usando los medios del sistema.

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