Petro subordina su Gobierno a la línea roja sobre Doctrina de Seguridad trazada por la élite dominante, por esto su discurso de paz disfraza la vieja doctrina contrainsurgente imperialista, fusionada hoy con la ley mafiosa de ‘te vendes o te mato’.
La vieja Doctrina de Seguridad que se aplica en Colombia desde el asesinato del líder liberal socialista Jorge Eliécer Gaitán en 1948, se ha ido configurando por varias capas, hasta llegar a ser la máquina de guerra monstruosa que es hoy, manejada desde el Departamento de Defensa (DOD) de Estados Unidos, en función de los planes de guerra perpetua del imperio; ante la cual quedan dos caminos: hacer ruptura con ella o someterse a sus mandatos.
CAPA UNO
Desde 1947 los EEUU y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), impusieron la llamada Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), según la cual el enemigo a combatir se encuentra dentro de las fronteras nacionales y son todos aquellos que buscan una sociedad socialista distinta al capitalismo; esta Doctrina también se conoce como del Enemigo Interno. Quince años más tarde, los EEUU incluyeron en los Manuales del Ejército colombiano, la realización de actos terroristas contra el Enemigo Interno y a partir de 1972, agregaron la Guerra contra las drogas como nuevo elemento de su Doctrina bélica.
CAPA DOS
La histórica fusión de EEUU con las mafias, la generalizaron en Colombia a través de la alianza con los Carteles de la cocaína en los años 80 del siglo pasado, con la que perpetraron el genocidio de partidos de izquierda como la Unión Patriótica, el Frente Popular y A Luchar; disuelta parcialmente cuando entraron en guerra con el capo Pablo Escobar, al tiempo que estrecharon la alianza con los demás carteles mafiosos, con los que crearon en 1995 el ejército narcoparamilitar que denominaron AUC, a quien encargaron de ejecutar una segunda ola de genocidio, esta vez contra todas las regiones de influencia revolucionaria. Tales mafias legalizadas en varios momentos, las reactivan como bandas, además de fortalecer los escuadrones paramilitares de los clanes mafiosos regionales.
CAPA TRES
Una vez realizan desmovilizaciones de grupos guerrilleros, el plan de guerra imperialista recluta una parte de los supuestamente desmovilizados para reforzar el narcoparamilitarismo, como ocurri en 1991 con exintegrantes del EPL, con quienes más tarde fundaron el Cartel de la cocaína nombrado Clan del Golfo; reciclaje de la violencia que hacen ahora con los exintegrantes de las Farc desmovilizados en 2016, presentados como Disidencias unos, mientras otros aparecen como bandas (Medina, Pescado, etc). A estos reciclados les han encargado la ejecución de la tercera ola de genocidio, dirigido contra los líderes sociales populares.
CAPA CUATRO
En 2018, al Premio Nobel de paz colombiano se le ocurrió la brillante idea de afiliar al país a la Otan, convertida hoy en la principal alianza de guerra mundial, por esto, crece la exportación de mercenarios colombianos fogueados en el conflicto interno, quienes salen por miles hacia guerras como las de Yemen y Ucrania, junto a ser ‘carne de cañón’ en operaciones terroristas como el asesinato del presidente de Haití y otras operaciones de guerra imperialista contra Venezuela y Bolivia. Con el reentrenamiento de tropas colombianas buscan la interoperatividad con las Fuerzas Militares (FFMM) de la Otan, pero… antes, buscaron depurar la estructura mafiosa enquistada en las FFMM colombianas, por medio de un plan de contrainteligencia bautizado Operación Bastón, cuyo resultado está a la vista, el Almirante Francisco Cubides, el más involucrado con Carteles de la cocaína, acaba de ser ascendido a Comandante de las FFMM.
CAPA CINCO
Esta, más que ser una capa, es un barniz con el que han pintado las cuatro capas descritas, que conforman el aparato de guerra imperialista enraizado en el país. El plan contrainsurgente que en su Fase de Consolidación, en el Gobierno de Duque (2018-2022) se llamaba Zonas Futuro, desde 2022 bajo el Gobierno progresista, adquirió el nombre de Paz Territorial, según el cual, las inversiones del Plan Nacional de Desarrollo (PND) se focalizan en las áreas asignadas a desmovilizados de las guerrillas; retórica que no se concreta, porque los recursos siguen siendo robados por la corrupción que corroe todas las instituciones.
La política pública de Paz Total trazada por el Gobierno progresista, solo cambia el título de la Doctrina de Seguridad, puesto que su contenido es idéntico a la que han aplicado las élites, las últimas siete décadas. La contradicción más flagrante reside en que los EEUU por medio de las Fuerzas Armadas (FFAA) prosiguen en la tarea de reciclar violencias, multiplicando carteles, clanes, bandas y escuadrones paramilitares, con los que desarrollan la guerra indirecta de ‘matar con puñal ajeno’; mientras el discurso gubernamental habla de someterlos a la justicia, lo que en realidad termina siendo un ‘lavado de imagen’, una legalización, para que ejecuten más eficientemente el plan contra el Enemigo Interno.
La publicitada Paz Total sirve al genocidio continuado del liderazgo popular, diseñado para ahogar en sangre todo intento de cambio, lo que evidencia una amarga realidad, en la que, mientras el presidente Petro habla en contra del orden de injusticia imperante en el país, su plan de pacificación le sirve a la perpetuación de tal régimen tiránico. Por lo que hay que recordar que la paz llega con la justicia social, no con la simple pacificación.
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INSURRECCIÓN 961