El capitalismo está hecho para fomentar la desigualdad y su último modelo, el neoliberal, se dedica a recortar impuestos a los ricos, al tiempo que recorta el gasto social. Para mantener este régimen de privilegio para las élites, persigue y da trato de guerra a la protesta de la gente; por esto, el pasado 7 de agosto el gobierno progresista recibió el país en una policrisis: moral, económica, ambiental, social y humanitaria. Sacar a Colombia del ‘fondo de la olla’ requiere de soluciones alternativas, que necesariamente deben ser anti capitalistas, logrables en un tenaz proceso de lucha social y política.
Para combatir la desigualdad en el mediano y corto plazo, por lo menos el gobierno progresista debería cambiar la forma como la oligarquía ejecuta el gasto corriente, al destinarlo mayoritariamente a sostener la burocracia estatal, cubrir los gastos de la guerra interna y pagar los intereses de la Deuda Externa a los bancos imperialistas; para sublevarse ante la Deuda Externa, Petro debe unirse al resto de países sojuzgados financieramente por el imperio, de esta forma se podría pagar la Deuda Social y hacer posible niveles dignos de vida para las mayorías nacionales que sobreviven empobrecidas, excluidas y perseguidas. Para acabar con los gastos de guerra está diseñado el actual proceso de solución política del conflicto, que también enfrenta el plan del imperialismo norteamericano aferrado a su Guerra Perpetua, con la cual lubrica su economía y su hegemonía.
Si en el campo externo el enemigo principal de la igualdad es el imperio, en lo interno la oligarquía no se le queda atrás, pues ante la derrota que le propinó el Estallido Social de 2021 y la pérdida de las elecciones de 2022, ahora se encuentra desarrollando un contraataque múltiple, con el que aspira a no dejar hacer los cambios prometidos por el progresismo y así llevarlo desprestigiado al pulso electoral del próximo mes de octubre.
Crear el Ministerio de Igualdad y Equidad puede ser un avance, pero ante enemigos tan poderosos la solución efectiva es la lucha de la gran mayoría, para desarrollar un contrapoder que ejecute los cambios que Colombia clama a gritos.
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