La expansión de las bandas paramilitares, cubiertas con la fachada de diferentes brazaletes, es una realidad que el Gobierno Nacional no puede ocultar y respecto a la cual ha hecho oídos sordos, porque es funcional a su estrategia de guerra contrainsurgente, maquillada con el barniz del progresismo.

En Arauca, es evidente la alianza macabra establecida entre los miembros de las fuerzas militares y las bandas paramilitares de Medina y Pescado, quienes, ante su incapacidad militar, recurren a la ejecución de acciones macabras en contra de la población civil.

Los discursos extensos y con ínfulas de elocuencia del presidente no logran ocultar la realidad. Las fuerzas militares, de las cuales funge como comandante, tienen una alianza macabra con fuerzas paramilitares que planean el asesinato en masa de humildes araucanos, razón por la cual es el directo responsable, por acción u omisión, de las acciones perpetradas por dichas fuerzas asesinas.

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